Step 1

Primero, lava bien las patatas y pélalas. Si prefieres, puedes dejar la piel, pero pelarlas dará una textura más limpia. A continuación, corta las patatas en rodajas finas. Intenta que tengan un grosor de aproximadamente 0.2 cm; este es el grosor ideal para que queden crujientes. Usar una mandolina te ayudará a conseguir rodajas uniformes. Coloca las patatas cortadas en un bol con agua fría durante unos 5 minutos para eliminar el exceso de almidón. Este paso es crucial para evitar que las patatas se peguen al freírlas y para que queden extra crujientes. Después de remojarlas, escurre las patatas y sécalas completamente con papel de cocina. Asegúrate de que no quede humedad residual, ya que esto puede provocar salpicaduras de aceite durante la fritura.

Step 2

Ahora, es hora de cocinar las patatas friéndolas o horneándolas, según tu preferencia.

**1. Freír:** Calienta una cantidad generosa de aceite vegetal en una olla a 170-180°C. Añade con cuidado las rodajas de patata en pequeñas tandas y fríe hasta que estén doradas y crujientes. Evita llenar demasiado la olla, ya que esto puede bajar la temperatura del aceite y resultar en patatas blandas. Una vez fritas, retira las patatas con una espumadera y escúrrelas bien sobre papel de cocina para absorber el exceso de aceite.

**2. Hornear (Freidora de aire/Horno):** Coloca las rodajas de patata en una sola capa sobre una bandeja para hornear o en la cesta de una freidora de aire. Mézclalas ligeramente con aceite de oliva o vegetal. Hornea en un horno precalentado o en una freidora de aire a 180°C durante 15-20 minutos, o hasta que las patatas estén doradas y crujientes. Darles la vuelta a mitad de la cocción asegurará un dorado uniforme.

Step 3

Mientras las patatas fritas aún estén calientes, es hora de cubrirlas con la deliciosa salsa de miel y mantequilla. En una cacerola pequeña a fuego bajo, derrite las 5 cucharadas de mantequilla. Una vez derretida, mezcla las 5 cucharadas de miel hasta que estén bien combinadas. Ten cuidado de no sobrecalentar o hervir la mezcla, ya que podría quemarse. Añade las patatas fritas calientes y crujientes a la cacerola y mezcla suavemente hasta que cada patata esté uniformemente cubierta con el glaseado de miel y mantequilla. Asegúrate de que la salsa forme una capa fina y brillante sobre las patatas.

Step 4

Finalmente, espolvorea una pizca de perejil seco picado sobre las patatas cubiertas para darle un toque de color y sabor adicional. Esto no solo hace que las patatas se vean más atractivas, sino que también añade una sutil nota herbácea. Deja que las patatas fritas con miel y mantequilla se enfríen un poco antes de servir para obtener la máxima crujiente. Se disfrutan mejor recién hechas, pero se pueden guardar en un recipiente hermético durante unos días, aunque probablemente no durarán tanto.